sábado, 14 de julio de 2012

Cuando las pocas palabras dicen mucho

    Si de generos literarios hablamos, no podemos dejar fuera a los cuentos cortos. Estos son narraciones  breves de carácter ficcional protagonizada por un grupo muy reducido de personajes y con un argumento sencillo. En general los títulos son pertinentes y necesarios para completar el sentido que se pretende dar en el cuento; la temática es variada va desde la ficción pura a la inclusión de otros discursos (políticos, sociales, etcétera), hasta el uso de la intertextualidad; pero además, puede notarse la esencia de cualquier cuento: debe existir un conflicto que le sucede a un personaje, es decir, debe presentarce la estructura de "conflicto - nudo - descenlasce" que se presenta en todos los tipos de cuentos.
    Podemos hablar de cuento corto o:
  • minificción.
  • minicuento.
  • microcuento.
  • microrrelato.
  • microficción.
  • cuento brevísimo.
  • cuento-bonsai.
  • cuento hiperbreve.
  • cuento ultracorto.
  • ficción súbita (sudden fiction).
  • narraciones cortas (short-short stories).
    En base a una definición cuantitativa podemos definir los cuentos cortos según el número de páginas (mínimo una página a doble espacio; máximo, diez páginas) y el número de palabras (mínimo 50 palabras; máximo, 2.000 palabras).
    Textos escritos u orales de corta extensión aparecen a lo largo de todos los tiempos, como fábulas, adivinanzas, parábolas, epitafios, graffitis, etcétera. En este sentido, el cuento corto no es un fenómeno nuevo, tiene sus  raíces en la Edad Media en los llamados bestiarios (recopilaciones que reunían información dónde se describían animales, plantas e incluso rocas).
   Si tenemos en cuenta que el cuento, especialmente el cuento fantástico, en idioma español es  un género rioplatense por excelencia, el cuento corto es una especialización de ese género. En la década de los '50, en Argentina, Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges realizan la antología Narraciones Breves y extraordinarias, donde aparecen relatos de dos páginas hasta dos líneas. Ya en los '60, Jorge Luis Borges escribe nuevas narraciones de cuentos cortos en el libro El Hacedor, donde hay varios microrrelatos junto a poemas, Adolfo Boy Casares escribe Guirnalda con amores y Julio Cortázar masificó el género con Historias de Cronopios y de Famas haciéndolo famoso en Europa.
    En la década del '70, en Estados Unidos empieza el "boom" del cuento corto.Pero hacia 1980, fuera del Río de la Plata en Latinoamérica se comienza a explorar con mayor intensidad: Gabriel García Márquez, en Colombia; Juan José Arreola, en México y Augusto Monterroso, en Guatemala crearon las condiciones para que el cuento corto impactara con mayor fuerza.
   Por otro lado, para entender el cuento corto no se necesitan referentes externos más que algún contexto cultural para comprender ciertas expresiones. Las narraciones cortas, son por sobre todo concretas, concisas, es decir, breves y precisas y de una gran intensidad expresiva, aunque no son resúmenes, claro que no lo son, son esencias, que expresan una historia en posiblemente, solo una linea. 
      A continuación, comparto con ustedes uno de los tantos cuentos cortos de Julio Cortázar:
Pida la palabra, pero tenga cuidado
    Cuando el catedrático doctor Lastra tomó la palabra, ésta le zampó un mordisco de los que te dejan la mano hecha moco. Al igual que más de cuatro, el doctor Lastra no sabía que para tomar la palabra hay que estar bien seguro de sujetarla por la piel del pescuezo si, por ejemplo, se trata de la palabra ola, pero que a queja hay que tomarla por las patas, mientras que asa exige pasar delicadamente los dedos por debajo como cuando se blande una tostada antes de untarle la manteca con vivaz ajetreo.
¿Qué diremos de ajetreo? Que se requieren las dos manos, una por arriba y otra por abajo, como quien sostiene a un bebé de pocos días, a fin de evitar las vehementes sacudidas a que ambos son proclives. ¿Y proclive, ya que estamos? Se la agarra por arriba como un rabanito, pero con todos los dedos porque es pesadísima. ¿Y pesadísima?
De abajo, como quien empuña una matraca. ¿Y matraca? Por arriba, como una balanza de feria. Yo creo que ahora usted puede seguir adelante doctor Lastra.
       

1 comentario:

  1. Buen post, el genio indiscutido de este genero fue Borges, sin duda alguna

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